¡Hola a todos! ¿Qué tal os va el fin de semana? Aquí muy ventoso desde ayer. Espero que se calme pronto, es bastante molesto (y si ya de por sí la tecnología en mi cuarto falla, con mal tiempo ya ni os digo). Hoy espero que no os toméis al pie de la letra el título de la entrada y sigáis leyendo hasta el final hoy, que me leáis la semana que viene y la otra y la otra... Vamos, que me sigáis leyendo, por favor.
Prácticamente la gran mayoría de libros que he leído han sido por voluntad propia y he procurado "no hacer trampas". Es decir, no me he puesto a saltar páginas o he abierto el libro por la última para saber el final antes de empezarlo. No puedo decir lo mismo de la gran mayoría de lecturas obligatorias del instituto: la que no ha sido avanzada como si un huracán hubiese azotado la habitación ha sufrido el poder de internet y sus resúmenes colgaditos en páginas webs que en algún momento nos han salvado la vida a todos, admitámoslo. Pero dejemos las obligatorias para otro día.
¿Alguna vez no os ha pasado que estáis leyendo una gran historia y de pronto os topáis con un montón de letras aburridas que hacen menguar el interés por lo que leéis? A mí sí. Y ha sido difícil no saltar páginas buscando dejar atrás ese momento de la historia que, al final, sólo sirve para aligerar un poco la acción. Desde mi punto de vista, creo que hay dos motivos por los que acabas comiéndote páginas o siguiendo sin atajos.
El primero tiene que ver con la historia propiamente dicha. Clichés, repeticiones, evidencias clarísimas, acciones previsibles... Hay historias en las que ya ves por dónde van los tiros y seguir leyendo no hace más que afirmar todas tus creencias sobre lo que va a ocurrir. Esto es más fácil encontrarlo en el mundo de los fics; todo el mundo estará de acuerdo conmigo en que si se está escribiendo de Heidi, por poner un ejemplo, la gente no se la imagina de buenas a primeras con una espada láser en mitad de una guerra contra Darth Vader. Pero eso no significa que no pase en libros (o que hayan mentes muy despiertas capaces de adelantarse a los acontecimientos). Supongo que esto ocurre por los tópicos. Os pondré dos ejemplos que seguro entenderéis enseguida.
- En busca del Santo Grial. En sí, todo lo relacionado con Jesucristo es objetivo de búsqueda, incluso sus descendientes. Y, claro está, siempre estará la iglesia, una secta o una organización intentando impedir que se revele al mundo lo que sea que se esté buscando el protagonista.
- Triángulo amoroso. En sí, me resulta rara la novela juvenil en la que la protagonista no tenga dudas sobre el chico que le gusta porque aparece otro irresistible o está sola, conoce a dos chicos maravillosos, está enamorada de los dos y no se decide hasta más allá de 3/4 partes del libro. Sus momentos de duda pueden llegar a cansar especialmente cuando ya está más que claro con quién va a acabar.
Hay veces en las que algunos libros te llevan no sólo a pasar páginas, sino a cerrarlo y dejarlo por otra historia. En mi opinión, creo que es por una mezcla de ambos motivos. Cuando te encuentras con algo que se repite siempre en todas tus lecturas, acabas aborreciéndolo por mucho que la historia sea interesante; como se suele decir, "lo poco gusta y lo mucho cansa". Y lo dejas a un lado para siempre o hasta nuevo aviso si no estás de humor para seguir leyendo más de lo mismo.
Y hasta aquí por hoy. Espero que no os hayáis saltado todo hasta aquí para ver si había algún mensaje, una notita o información de algún tipo que no tenga nada que ver con el tema. No dudéis en dejar vuestro comentario si tenéis alguna opinión o estáis en contra de algo de lo de allí arriba.
Nos leemos la semana que viene. ¡Abrigaos, que llega el frío!