lunes, 25 de abril de 2016

Arte

¡Hola a todos! Después de este gran parón sin nada que aportar (y sin mucho avance por ahora), regreso para compartir con vosotros algo que a mí, sinceramente, me parece un tanto cuestionable. He querido escribir esto cuanto antes mejor porque no quería retrasar mucho este tema, pero las siguientes actualizaciones (a partir de la semana que viene) serán entre jueves y sábado como siempre.

Como todo el mundo sabe, para San Jorge/Sant Jordi el regalo perfecto es una rosa y/o un libro. El año pasado pude coger un tren y me pasé el día entero pateando las calles de Barcelona sin descanso, disfrutando del bullicio y consiguiendo firmas que prometen ser acompañadas de más firmas el año que viene si tengo suerte (o del siguiente... o el otro... vamos, que conseguiré más firmas). Este año, sin embargo, me he quedado en casita porque no ha habido oportunidad.

De no ser porque este año han decidido hacer "obras de arte" con motivo del día del libro, posiblemente no habría salido de casa más allá de un par de hechos puntuales que me han obligado a salir a la calle. Pero como se dice, la curiosidad mató al gato y la frase "han hecho esculturas con libros" me ha llamado la atención. Yo esperaba encontrarme una escultura con forma definida realizada con libros (uno montado encima de otro, ahí con una valla de seguridad para que nadie se acerque, blablabla...), pero cuál ha sido mi sorpresa cuando lo que me he encontrado ha sido... Bueno, creo que una imagen vale más que mil palabras...

 
He aquí el homenaje a la escritura que se ha hecho con motivo de Sant Jordi. Tres de las cinco esculturas que se alzaron utilizando libros donados por vecinos, asociaciones, entidades y bibliotecas. Y ojo, ¡cada una tiene su inspiración! Aquí podéis leer la noticia. Las dos esculturas que no he fotografiado eran un mapamundi formado por libros y la idea de tapiar las ventanas del ayuntamiento con libros.

Cuando el viernes por la tarde me enteré de que habían esculturas con motivo de San Jorge, pensé que al fin habría algo interesante aquí para variar. Esa misma noche salí con mi hermana y mi vecino a dar una vuelta para verlas. La primera que vi fue el mapamundi: estaba cubierto con un plástico y me pareció curioso, original incluso porque había un papel ahí que hablaba de la idea de entender el mundo como cultivo universa de cultura (tal y como pone en la noticia que os he pasado). No le di más vueltas porque aún quedaban cuatro más.

Seguimos avanzando hasta ver el plafón publicitario, con esos libros colgados y sus hojas meciéndose en el viento. Y ahí sentí un nudo en el estómago por primera vez en esa noche. Había oído decir que las esculturas se habían hecho con libros viejos, de esos que están en el olvido y que los estaban sacando de nuevo para atraer al público a leer clásicos del pasado. Pero cuando vi los lomos de esos libros pegados al panel, cuando vi el estado en el que se encontraban algunos de esos libros... Todo cuanto había querido pensar positivo de esa iniciativa se convirtió en un horror.

Volvimos a ponernos en marcha, buscando las otras esculturas. He de decir que la de la primera imagen no la vi hasta el día siguiente, quedaba algo más oculta y demasiado cerca de la del ayuntamiento como para pensar que estaría ahí. Y si mi estómago se revolvió cuando vi los libros del plafón, cuando me encontré el montículo de tierra tirada ahí en un lado de la plaza sentí los ojos arder. ¡Libros enterrados! Clavados, tirados medio enterrados, con las páginas abiertas, casi invisibles por la cantidad de tierra sobre ellos...

La cosa iba de mal en peor a mis ojos, sinceramente. No me entraban ganas de ver la última obra de arte del día, pero íbamos a pasar ante ella, así que intenté encontrar fuerzas para no chillar indignada y seguí caminando hasta el ayuntamiento. He de decir que fue la única que me hizo reír. Las ventanas estaban tapiadas con los mismos libros, esos que manda crear el ayuntamiento con la historia del pueblo, una especie de álbum a través del tiempo de la ciudad, libros de contabilidad de los pueblos vecinos que han donado también libros... Pensé "realmente no sabían qué hacer ya con todo eso". Aun así, la visión de los libros enterrados no paraba de volver a mi mente.

El sábado tuve que salir de casa, por lo que aproveché para pasar a ver bien el mapamundi... Y si la noche anterior me había parecido curioso, en ese momento empecé a estar un poco molesta. También fue por la tarde cuando descubrí la última de las esculturas y no pude ponerle demasiadas pegas... Salvo cuando por la noche, al volver a salir, descubrí otro ataque punzante a mi cariño por la lectura y los libros (aunque a falta de espacio, tengo más libros digitales que en papel).

¿Qué puede haber peor que un montón de libros enterrados? Pues un montón de libros pegados unos encima de otros con silicona. ¡Sí, sí! ¡Unos sobre otros! Cuando nos acercamos al mapamundi por la noche, después de que hubiese llovido por la tarde unas gotas importantes, descubrimos libros empapados. Aquellos con las tapas duras aún estaban algo protegidos, pero los de tapa blanda... Sin contar que durante el fin de semana ha soplado el viento... Así que imaginad los libros, abiertos por el viento hasta que no ha podido más porque su tapa estaba pegada a otro libro pegado a otro libro o a un cartón que hacía de base del mapa.




Cuando oí que hacían arte con libros pensé que esos libros podrían ser cogidos con facilidad (porque en la noticia pone que buscan interactuación con la gente, que no hay un hilo de seguridad -no, un hilo no, un pegote de silicona, que es más jodiente-), que tirar de uno de ellos para leerlo no significaría arrancarle la tapa a otro libro o ver cómo sus hojas se sueltan porque el viento ha tirado demasiado fuerte de ellas. Bueno, supongo que en el montón de tierra no había silicona alguna fijando los libros, pero aun así... Comparando la cantidad de libros de las otras esculturas, no sé yo si había algún libro metido dentro de la montaña.

Y a esto llaman arte. A esto llaman "dar un nuevo uso a los libros". Bueno, bien es cierto que habían libros de texto de colegio/instituto entre los montones de víctimas de la silicona y que hay gente que para San Juan los lanzan junto a los apuntes a la hoguera. Pero yo creo que, puestos a tirar un libro "viejo" o en desuso (porque si no tienes hermanos pequeños que puedan aprovecharlos, los de texto ya no sirven más que para ocupar espacio), hazlo mejor en el contenedor del papel y entonces sí que puedes darle un nuevo uso a esos libros: los conviertes en nuevas hojas para nuevos libros.

¿Qué pensáis vosotros? Sinceramente, el arte de hoy en día me resulta incomprensible (casi entiendo más un cuadro abstracto que eso... y yo no veo absolutamente nada de lo que ven los expertos o lo que decía el libro de arte de bachiller). Pero si llaman arte a coger otro arte y destruirlo, o si con esas ideas buscan motivar a la gente para que coja un libro y lea... Entonces creo que he saltado a un mundo paralelo o me he quedado en un mundo más antiguo.